La constelación de Virgo fue identificada por los griegos como
la diosa Astrea (o Dike), que representa el principio de la justicia, diosa castigadora
del crimen y terrestre. Dike o Astrea es el modo de vida de cada ser natural, de cada planta,
de cada animal, de cada hombre. Es el camino y el curso de este gran animal que
es el Universo y que se manifiesta en las estaciones y en la vida y muerte de la vegetación.
El daimon del signo se refiere a la apertura al flujo de la vida, a una disposición
a confiar en el orden natural, a una aceptación de la penetración y el cambio.
Virgo es una imagen verdaderamente compleja, parece encarnar una profunda paradoja. Esta paradoja supone un enorme conflicto para Virgo, ya que esa
es la pauta de desarrollo que debe afrontar. Tanto si se manifiesta como una colisión entre vida
personal y profesional, entre matrimonio e independencia, entre espiritualidad y materialismo o entre moralidad
y abandono. Virgo lucha toda su vida contra estos opuestos, intentando conciliarlos.
A menudo el individuo encarna uno de ellos al tiempo que sacrifica el otro, pero eso conlleva
grandes dificultades ya que el destino del signo no permite tal escisión. La moralidad del signo es genuinamente
interna y no tiene en cuenta el punto de vista colectivo; aunque su moralidad interna pueda
ser muy fuerte y esté basada en un sentido de corrección. Los códigos convencionales de moralidad
no pueden romperse sin exponerse a sufrir un severo castigo. Durante algún periodo de su vida puede luchar
con las expectativas colectivas con la serena seguridad de estar haciendo lo adecuado,
o quizás en el comienzo de su vida adulta sus valores pueden ser también los de la sociedad.
Los virgo suelen enfrentarse al dilema de tener que escoger entre el sendero seguro y acomodado, pero estéril,
de sumisión externa y el camino fértil, pero solitario de permanecer fiel a sí mismo. A menudo Virgo debe vivir la soledad durante un tiempo ya que sólo en el silencio
de la propia compañía puede escucharse la voz interna. Soledad y aislamiento no son lo mismo,
uno puede mantener relaciones profundas y seguir sintiendo, sin embargo, la propia soledad esencial.
Según Hesíodo, Astrea era hija de Zeus y vivió sobre la tierra
durante la edad de oro en la que no existían ni luchas ni derramamientos de sangre entre
los hombres. Vivía en compañía de gente corriente y reunía a los ancianos en la plaza
del mercado invitándoles a obedecer las leyes de la naturaleza. Con el paso
del tiempo el ser humano se fue corrompiendo y Astrea llegó a odiar a la raza
humana a causa de sus crímenes y abandonó la tierra para siempre volando hasta el
cielo para reunirse con su padre, Zeus, convirtiéndose en la constelación de Virgo.