Hay tres toros míticos relacionados con el signo. El toro blanco
que rapto a Europa de su hogar Tiro y la condujo a Creta, que se trata del
mismo Zeus transformado en animal para conseguir su propósito de raptar o seducir a la mujer que elegía. El segundo es una vaca, la forma animal de Io, una amante de Zeus a quien Era, celosa, convirtió en vaca
y el tercero es el toro de Creta del que se enamoró Pasifae, esposa del rey Minos
y de cuya unión engendró al monstruo Minotauro que tuvo que matar Teseo. El
ego, la tosquedad y gracia del toro componen el engañoso daimon de este signo.
El autoengrandecimiento es una de las características del signo.
Acaparador del beneficio general, el monstruo codicioso que sólo se preocupa por él y lo suyo. Es interesante hacer notar que Hitler, Lenin y Marx eran Tauro. El "monstruo" es el lado oscuro del signo con el que, en
algún momento de su vida, va a encontrarse. El toro es un animal totalmente
terrenal, relacionado con la fertilidad terrestre, que no es lo mismo que la fértil
creatividad celeste. El tema del sacrificio y conquista del toro parece estar
relacionado con la sumisión a un poder mayor y con la comprensión de que el poder del toro no
es "nuestro" sino que debe dirigirse hacia objetivos transpersonales. Tauro
posee al mismo tiempo la habilidad, fortaleza e ingenuidad, y tambien hay algo que encarna la belleza y que desprecia su propia imperfección.
Existe un conflicto interno entre idealismo y la terrenalidad del signo.
El rey Minos era hijo de Europa y de Zeus, hijo de un dios que
había adoptado la forma de toro para seducir a Europa. Era rey de Creta y desde
su isla ejercía su poder sobre todas las islas griegas y parte del continente. Siendo joven luchó por el trono con sus hermanos
Radamanto y Sarpedón, y confirmó su proclamación por derecho divino. Para conseguirlo
le rogó a Poseidón, dios del mar y terremotos, que le mandara, a modo de signo,
un toro desde el mar, sellando su plegaria con la promesa de sacrificar inmediatamente al animal, como ofrenda y símbolo de sumisión. Poseidón, que también tiene forma de toro, accedió, la bestia apareció puntualmente
y Minos asumió el trono, pero al contemplar la majestad del animal, consideró la conveniencia
de tener un toro de esas características en su rebaño y decidió arriesgarse a sustituirlo
por otro, suponiendo que el dios no se daría cuenta del cambio. Así pues, Minos ofreció al altar a Poseidón el mejor toro blanco de que disponía y añadió el toro sagrado salido del mar a su propio rebaño. A Poseidón la
situación no le había gustado y se vengó de la blasfemia insinuándole a
Afrodita que inspirara a Pasifae, la esposa de Minos, una pasión ingobernable por el el toro. Pasifae convenció a Dédalo, famoso artesano, de que le hiciera una reproducción de madera de una vaca, de modo que
ella pudiera entrar en ella y así unirse sexualmente al toro. Dédalo realizó el trabajo
y la unión entre el toro y Pasifae se consumó. De esta manera nació el Minotauro, un horrendo
monstruo con cuerpo humano y cabeza de toro que se alimentaba solamente de carne humana. Minos avergonzado mandó a Dédalo construir un laberinto para esconder a la repugnante criatura, en el que arrojaba a grupos de
muchachos y doncellas para que le sirvieran de alimento.
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